Rose Blumkin, empresaria exitosa sin saber leer ni escribir

¿Cómo hizo una inmigrante que llegó a Estados Unidos, sin dinero, sin saber leer y sin saber el idioma, crear una de las empresas más grandes del mundo en su sector? En este artículo te contaré la historia de Rose Blumkin, para que veas por qué es probablemente la mayor emprendedora de la historia.

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En 1893 nace en Minks, Bielorusia, Rose Gorelick (Rose Blumkin después de casarse); hija de un rabino pobre, Rose pasó su niñez durmiendo en el suelo y soñando con vivir en Estados Unidos.

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Después de casarse, su esposo viaja primero solo y después de ahorrar ella le sigue, atravesando Asia para llegar a Seattle, en el extremo oeste de Estados Unidos. Las dificultades para aprender el idioma la frustraron enormemente y le pidió a su esposo que se mudaran a Omaha, donde tendría con quien hablar gracias a la comunidad Judía Rusa de esta ciudad.

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En Omaha su esposo monta una casa de empeño, pero el negocio no es bueno y no les da suficiente para vivir a ellos y sus hijos. Pero Mrs. B (como sería apodada más adelante) decide entregar volantes con promociones de los artículos que tenían en la casa de empeño y logran vender en un día lo que generalmente vendían en un año.

Esto le enseño una lección muy importante y que la empresa que más adelante crearía aun 80 años después mantiene en su ADN.

                                                   “Vende barato y siempre di la verdad”

En 1937 Rose viaja a Chicago y compra 2.000 USD en muebles, quedando con una deuda de 500 USD y crea el Nebraska Furniture Mart. Debido a que no tenia cómo pagar la deuda con sus proveedores vende los muebles de su casa a un precio muy bajo y su familia se encuentra con que ya no tienen camas ni muebles.

Debido a su filosofía de vender barato tuvo muchos problemas para conseguir proveedores o préstamos de los bancos, sin embargo, con el tiempo y con trabajo extremadamente duro, logró convertir su tienda en un lugar altamente reconocido en Omaha y en sus alrededores.

En una ocasión, debido a sus precios bajos, fue demandada por uno de los proveedores de alfombras debido a que exigían que sus productos fueran vendidos a un precio mínimo y ella solo cobraba 10% por encima del costo. El día del juicio los demandantes llegaron con 3 abogados, ella llegó sola.

Le dijo al Juez “Vendo mis alfombras a 3.95 USD por yarda, mi competencia la vende a 6 USD. ¿Cuánto tengo que robarle a mis clientes para que me dejen en paz?”. La demanda fue desacreditada y al día siguiente el juez compró más de mil dólares en mercancía.

Su temperamento excesivamente fuerte la hacía apreciar solo el trabajo de su único hijo Louis y con el resto del personal era bastante agresiva. Cuando el negocio comenzó a ser administrado por sus nietos decide venderlo a sus 89 años.

Warren Buffett, desde hace muchos años interesado en este negocio, que lo conocía en parte gracias a que creció en Omaha, se ofrece a comprarlo. Ella pide 60 millones de dólares por el 90% y el acepta sin hacer inventario y sin hacer un estudio a fondo de los números de la empresa.

Warren Buffett confiaba mucho en Rose, para él su palabra era tan confiable como un bono del banco de Inglaterra y más adelante aseguraría que si pudiera escoger entre los 25 mejores graduados de las universidades de Estados Unidos, los mejores 25 CEO y Mrs. B para crear un nuevo negocio, la escogería a ella sin pensarlo un segundo.

Después de vender la empresa continúo trabajando en ella hasta que decide retirarse por diferencias con sus nietos. Habiendo pasado toda su vida trabajando y con su empresa dándole tanta alegría decide volver, pero esta vez creando una nueva empresa, también de venta minorista y al frente de su antigua tienda.

Esta nueva empresa le dio una competencia tan ardua a Nebraska Furniture Mart que Buffett se vio obligado a comprarle a Rose nuevamente su empresa y a sus más de 90 años hacerla firmar una cláusula de no competencia.

Cuando hizo las paces con sus nietos, Rose volvió a su antigua empresa donde trabajó hasta tener más de 100 años. Recibió diplomas honoríficos de la Universidad de Nueva York y Creighton University además de innumerables reconocimiento. En medio de su modestia y humildad siempre dijo que no los merecía, pero claro que los merecía, cada uno de ellos.

"Somos mujeres y podemos lograr todos lo que nos propongamos..."