¿Qué es la infidelidad de pareja?
La infidelidad de pareja es la ruptura de una promesa de permanecer confiables el uno al otro, en relación de pareja, y esta promesa puede adquirir la forma de matrimonio, noviazgo o unión libre. La infidelidad es un abuso o mal uso de la confianza que se ha depositado el otro en el otro en una relación.
Ver: Infidelidad, ¿Quién tiene la culpa?
Una infidelidad puede destruir una relación y a los individuos involucrados. Desolación, traición, confusión, tormento por celos, inseguridad y baja autoestima son los sentimientos que puede experimentar una pareja que ha sufrido de una deslealtad sexual o sentimental. En ocasiones, la infidelidad termina con la relación, y en otras las parejas son capaces de reparar la relación con sus propios medios o con la ayuda de un terapeuta de pareja, y muchas veces volviendo la relación más fuerte como resultado. En cualquiera de los dos casos, es importante que cada uno, por bienestar individual, trabaje para asimilar lo sucedido y reparar los daños ocasionados.
Ver: 10 claves infalibles para descubrir una infidelidad
¿Quiénes suelen ser infieles?
En primer lugar, se suele discutir mucho cuál de los dos sexos es más infiel. Pues bien, según diversas investigaciones, no hay diferencias significativas entre los sexos y de haberlas, se deben a causas secundarias (como que los hombres, por motivos laborales, suelen pasar más tiempo fuera de casa). Pero si igualamos este tipo de variables, las diferencias entre sexos desaparecen.
Ver: ¿Se puede perdonar una infidelidad?
También se ha comprobado que cada vez más, las personas comenten infidelidades antes. Si por ejemplo en los años 50, los hombres tardaban 11 años en cometer una infidelidad después de haber empezado una relación, y las mujeres 14, hoy día el tiempo es la mitad. Y esta tendencia descendiente sigue imparable. Mientras que antes las infidelidades se cometían en “las crisis de los 40” o la monotonía de la relación en los 50, hoy suelen suceder antes de los 25 años.
Para concluir este tema, debemos remarcar que las personas que suelen sentirse más “incorruptibles” y consideran que les resultaría imposible ser infieles, son las que con mayor facilidad acaban siéndolo, porque ponen menos límites a otras relaciones porque consideran que no podrían sentir nada por alguien distinto a la pareja. Y cuando se dan cuenta, ya es demasiado tarde.
¿Por qué duele tanto la infidelidad?
Principalmente el dolor en estas situaciones suele estar ligado a tres posibles pensamientos o ideas internas de la persona:
- No soy suficiente: La persona que sufre la infidelidad vive la experiencia como una derrota y una demostración de no haber estado a la altura. Incapaz de satisfacer las necesidades de su pareja, suele acarrear excesiva culpa, algo incompatible con la superación de la infidelidad.
- El miedo a la soledad: Asociar la infidelidad a ruptura de la relación y extenderlo a la posibilidad de no volver a encontrar a alguien en un futuro. Cosa que es normal, a todos nos da miedo estar solos en este mundo, pero si este miedo se vuelve excesivamente inundante, los problemas estarán servidos.
- Miedo al abandono: Hay personas que llevan bien la soledad, pero muy mal el proceso de abandono en concreto. Suelen ser personas que tardan mucho en comenzar las relaciones y que una vez empezada, se involucran intensamente; pero el dolor que sufren cuando pierden la relación es muy elevado
Pautas para superar una infidelidad y el dolor asociado
A continuación vamos a ver algunos consejos para mejorar la situación y disminuir el dolor; así como intentar reparar la relación en el caso de que se tome esa decisión.
1. Defender tu posición y el no-victimismo
Es normal que cuando se descubre la infidelidad el dolor tome el control de nosotros. No pasa nada, es la primera etapa que deberemos superar (una vez aceptada la infidelidad, porque podría haber una etapa previa de negación de la misma).
Junto con este dolor, es habitual que venga el sentimiento de víctima en el cual, la otra persona que nos ha sido infiel deba reparar el dolor que nos ha causado. Esto también es normal e incluso recomendable, ya que la otra persona debe ver el dolor causado y nosotros debemos ser libres de poder expresarlo.
El problema viene cuando nos enquistamos en esta posición retroalimentando el bucle de “yo soy la víctima y tú tienes que compensarme”. Esto suele empezar con ataques por parte de la víctima y llegado un punto, el mismo infiel puede cansarse y empezar a pagar también con ataques.
Así pues, es recomendable dejar de lado poco a poco el victimismo y situarnos en una posición más activa que busca defender sus intereses, proponer cambios y forma de solucionar el deterioro causado y dejar claro cuales son las nuevas condiciones y límites. Y si la otra parte no accede, entonces, dar el paso de dejar la relación.
2. Entender por qué permanezco en la relación
En el caso de que se siga dentro de la relación, será fundamental, para tomar unas u otras decisiones, comprender por qué.
Algunas posibilidades:
- Miedo a estar solo.
- Miedo a no sentirse válido o al sentimiento de fracaso.
- Preocupación por el qué dirán.
- Miedo al sufrimiento de terceros (hijos, otros familiares, etc).
- Dependencia emocional.
- Dependencia material o económica.
Una vez comprendido el motivo por el cual se permanece habrá que preguntarse: ¿Si resolviese este problema o ya no existiese ese motivo, seguiría en la relación? Si la respuesta es que no, quizá el trabajo deba centrarse en solventar ese punto más que en forzarse a arreglar una relación que en el fondo, no quieres para ti.
3. No etiquetar al infiel
Sobre todo en aquellos casos en los que la persona que ha cometido la infidelidad demuestra arrepentimiento y actos claramente activos por reparar y sanar la herida; disminuir la etiqueta de infiel será crucial para seguir avanzando.
Esta etiqueta hace que la persona que la porta sienta que no tiene escapatoria y que ha perdido todas sus demás cualidades positivas, lo que a la larga minará su autoestima y sus ganas de seguir mejorando.
Paralelamente, la persona que pone la etiqueta y que está dolida por la infidelidad, puede utilizarla como castigo, pero el efecto que se conseguirá será permanecer en un estado de hipervigilancia que hará que cualquier comentario o conducta “del infiel” se interprete como señales que confirmen la etiqueta. Pero lo que es aún peor, no seremos capaces de ver cosas positivas.
Por tanto, será fundamental entender que haber cometido la infidelidad, es una conducta reprobable, pero la persona es mucho más que esa misma conducta; y deberá ser tratada por todo lo que es, no solo por esa mancha negra en su expediente.
4. Sinceridad
La sinceridad por ambas partes siempre es la mejor forma de afrontar cualquier problema que pudiera suceder en la pareja, pues en el caso de la infidelidad, existen muchos condicionantes que pueden inducir a buscar un estímulo externo en las relaciones personales, y aunque ello no es justificante para tomar tales medidas, el sincerarse con el otro podría favorecer el trabajo en común sobre los puntos débiles de la relación o que el otro considera defectuosos para subsanarlos y llegar a un acuerdo satisfactorio para ambos.
5. Explorar juntos el significado de la infidelidad
No todo el mundo tiene por qué experimentar y percibir una infidelidad del mismo modo. De hecho, lo más normal es que de primeras, no se vea esta crisis de pareja de la misma manera.
Por ejemplo, no es raro darse cuenta, en situaciones como esta, que la definición del término "infidelidad" que tiene cada uno es diferente, y que para muchos no se limita solo a los encuentros físicos. Hablar sobre esto ayuda a que quien la ha cometido sea más consciente del daño que ha hecho.
Eso sí, tened en cuenta que el hecho de que alguien pase a ser consciente de que la otra persona tiene un concepto de "infidelidad" más amplio que el suyo no es en sí el fin de la crisis ni vuelve menos real el dolor que siente y ha sentido su pareja, y que hay que trabajar para demostrar que se es capaz de mantener ese compromiso y de reparar el daño causado.
6. Dejar tiempo para la reflexión
Dejar espacio a la otra persona también es un aspecto necesario para saber si se puede perdonar una infidelidad, pues la reacción inicial frente al engaño suele ser de rechazo y repulsa por quien lo cometió, una respuesta que se induce por el choque de realidades que representa el contraste de la imagen de la pareja (muchas veces idealizada) que se proyecta en el subconsciente, a lo que la mente consciente tiene que enfrentarse cuando vemos que las cosas no son como pensábamos.
7. Conocer la realidad
Exponer los hechos y conocer los detalles de la problemática es parte del proceso de recuperación para saber si se puede superar una infidelidad y en este punto, es imprescindible ser lo más sincero posible por ambas partes evitando entrar en detalles sórdidos que no contribuyan a restablecer el vínculo de la confianza, como las comparaciones acerca de la intimidad mantenida entre la pareja y la tercera persona en cuestión.
8. Romper (de forma sincera) con la tercera persona
Romper las relaciones con la tercera persona (es decir, con la que se ha tenido un encuentro íntimo físico o no y que transgrede las normas de compromiso mutuo de la relación de pareja) es necesario en todos los casos en los que se produzca una infidelidad, aunque cuando esta se haya producido de manera ocasional probablemente no haga falta porque la mayoría de esas situaciones suelen producirse en ambientes distendidos como las fiestas y con personas desconocidas con las que generalmente no se vuelve a tener contacto.
9. Evitar los ambientes que puedan crear malestar
Si la tercera persona implicada es alguien del círculo cercano a la pareja, quizás sea necesario introducir algunas modificaciones de la rutina en común tales como un cambio de amigos o de trabajo, con el fin de evitar situaciones tensas que induzcan a rememorar lo sucedido impidiendo pasar página dentro de un círculo vicioso de culpas y reproches.
10. Partir desde cero
Superar una infidelidad es, en parte, saber fundamentar de nuevo la relación sobre las bases de la confianza. Por eso, una vez que la pareja ha expuesto la situación y debatido ampliamente sobre el tema dejando al margen resentimientos iniciales, es necesario dejar claro que si se dan una segunda oportunidad se está partiendo de cero mediante un compromiso asumido por ambas partes, lo cual implica que la persona que ha sido infiel sea consecuente con la oportunidad que se le está brindando y no vuelva a cometer el mismo error.
Pero la otra parte también debe hacer el esfuerzo de continuar sin mirar atrás, evitando a toda costa mencionar lo sucedido y caer en acusaciones o reproches, pues uno de los principales problemas a los que las parejas suelen enfrentarse tras haber vivido este tipo de situaciones es al clásico “perdono pero no olvido”.
Esto puede inducir a una de las partes a recordar permanente lo sucedido propinando un trato vejatorio a su pareja a modo de “venganza” pudiendo caer en el maltrato psicológico y que el afectado suele aceptar porque piensa que lo merece produciéndose un intercambio de roles en el que la “víctima” se convierte en victimario, posiblemente porque se saltaron alguno de los puntos anteriores o no se reforzaron como se deben, aunque en los casos que los implicados sean incapaces de establecer el punto cero de partida como anclaje, la separación sería una opción a contemplar para no prolongar el sufrimiento.