Un estudio relacionó los ingresos y la infidelidad entre hombres y mujeres jóvenes en EE.UU.
Pese a que en Chile seis de cada 10 titulados de la universidad son mujeres, la brecha salarial entre ambos llega a 37% en favor de ellos y apenas el 3% del total de los cargos de gerencia general está ocupado por una mujer, según la consultora Mercer. Con este escenario, el 10% de las familias en Chile tiene una mujer como jefa de hogar y una fracción de ellas gana más que su marido o conviviente.
¿Qué pasa con la definición de macho como proveedor? La sicología masculina dice que la plata hace la infidelidad. Eso refleja un estudio de la Universidad Cornell, en Nueva York, que concluye que los hombres jóvenes que son mantenidos por sus parejas mujeres son cinco veces más infieles que los que tienen un ingreso relativamente similar al de ellas. "Tener múltiples parejas podría ser una reacción para compensar el sentimiento de inadecuación", sugiere el informe de la investigación, recientemente presentada en la conferencia de la Sociedad Sociológica Americana. Para la autora del estudio, la socióloga Christin Munsch, el problema está en lo que hoy entendemos por hombre. "La masculinidad es definida por el estatus de ser quien se gana el pan". Y, como una cruel tragedia para ellas, ellos también son más infieles cuando son los proveedores absolutos.
¿Qué ocurre con las mujeres? Cuando son mantenidas por sus parejas, ellas no caen en la infidelidad. Pero cuando ocupan el rol de sostenedoras de la familia, les pasa lo mismo que a los hombres: tiene más opciones de caer en la infidelidad. "La femineidad de las mujeres no está definida por sus estatus económico y tampoco se define por sus conquistas sexuales. Por lo tanto, la dependencia económica no es una amenaza a la femineidad", explica Munsch.
¿La solución? Al menos económicamente, Munsch encontró la medida: lo más seguro para las parejas sería ubicar el ingreso de ella en el 75% de lo que él gana.
Cuestión de juventud
Aunque la infidelidad por estos factores podría ser entendida como una reacción anticuada, la investigación que entregó los resultados no se abocó a matrimonios de gente mayor, sino a parejas jóvenes, incluso no casados, entre 18 y 28 años, que han convivido por, al menos, el último año. Los datos fueron obtenidos de la Encuesta Longitudinal Internacional de la Juventud, desde 1997 hasta 2009. Munsch consideró los datos donde se les preguntaba a los jóvenes si cohabitaban con una pareja, cuánto tiempo habían vivido juntos y cuántas parejas habían tenido en el último año.
Pero en el amor no todo es dinero y, según las investigaciones de Munsch, existen otras variables que también influyen en la fidelidad. Los hombres y mujeres más jóvenes son más infieles que los mayores -cada año de edad en la mujer se relaciona con una disminución del 22% de la probabilidad de infidelidad-, la gente que dice ser feliz en su relación es menos infiel, así como los que asisten más a actividades religiosas y sociales y hasta los que tienen mayor nivel educacional.
Según la investigación, en promedio, 3,8% de los hombres y 1,4% de las mujeres en pareja aceptaron haber sido infieles en un año. Sin embargo, la autora dice que puede ser mayor, porque la gente rara vez es honesta respecto a si engaña o no a su pareja.