Hay muchas personas
que buscan de forma desesperada el amor, buscan la compañía, el compañero y la
compañera de la vida, pero mientras más los buscan más sienten la presencia del
vacío y la soledad en sus vidas.
Llevo ya un tiempo en
esta vida 83 años no es poco, he visto muchas cosas, unas buenas, otras no
tanto, nací cuando la mujer era criada sólo para casarse, tuve un padre muy
estricto, antes los hombres se comportaban de forma diferente, la época lo
ameritaba, eran muy galantes, elegantes, y románticos, algunos buenos esposos
otros no, la mujer sólo se limitaba a ser buena esposa y madre, hoy es
diferente y eso me alegra.
Comencé a crecer,
cuando era aún una jovencita conocí a un muchacho, antes no se tenía la
libertad de hoy, siempre hubo alguien con nosotros, yo era una joven de
familia, mi padre tenía un apellido y reputación que cuidar, y el dinero era
importante, ya que era lo que se interponía entre el amor de los jóvenes, antes
no bastaba con sólo amar, el dinero era muy importante, yo siempre pensé que
sólo me casaría con el hombre que realmente amaba, de lo contrario no sería la
esposa de nadie.
El muchacho que conocí
tenía 23 años yo tenía 17, realmente fue el amor de aquella época, pero
nuestras familias se opusieron a nuestro noviazgo, mi padre me envío a un
convento para corregir mis modales, pasaron los años, ya tenía 30 años, veía
como mis amigas ya eran mujeres de familia, veía crecer a sus hijos, mientras
yo pensaba en aquel hombre de mi juventud, en todos los años que pasaron nunca
dejé de pensar en él, no me casé con nadie, lo que realmente le dio un gran
disgusto a mi padre, no era por rebeldía era por ser fiel a mí…
Estudié piano, viajé
por Europa, y regresé al país, visitaba todos los años a mis amigas ya abuelas,
conocí mucha gente de la alta sociedad, sentía que mi vida estaba bien, heredé
parte de la fortuna de mi familia, albergué las obras de arte en la capital, me
gustaba estar rodeada de las expresiones de arte de las personas de las épocas,
vi pasar la moda, los inviernos y las primaveras.
Mi vida estaba rodeada
de personas importantes, y hombres inteligentes y galantes que en más de una
oportunidad trataron de conquistarme, pero no tuvieron más que una amistad de
mi parte…
Ya estaba por cumplir
los 78 años, como no tuve hijos, mis herederos serían mis sobrinos y sobrinas,
ya había decidió pasar mis últimos años en un asilo de ancianos, así que eso
hice, me fui a vivir con muchos ancianos como yo, pasó mi juventud, pero nunca
dejé mi belleza marchitarse, los días eran tranquilos por el jardín, vi partir
y llegar a muchas personas. Y ya en el atardecer de mi vida a los 80 allí
estaba el muchacho que años me casé en el asilo, amé profundamente y que se convirtió en el
amor de mi vida, nos reconocimos en seguida, él se casó tuvo hijos y tiene
nietos, pero nunca dejamos de estar juntos en pensamiento. Él decidió ir a un
asilo para evitar causar molestias a sus hijos, era viudo ya hacía unos años.
Nuestro encuentro fue feliz para los dos, retomamos nuestro amor de juventud, y
me pidió matrimonio, nos casamos y disfrutamos cada segundo que pasamos juntos,
mi segunda vez fue el principio del atardecer de mi vida, el amor puede estar
antes, durante y después, el amor es eterno, no desesperes. ¡Yo soy Feliz!
(Amelia 83)