Mi historia es la como de muchas mujeres que piensan una cosa, pero que la verdad es otra.
Todo comenzó cuando entré a la universidad, tenía 18 años, un mundo nuevo, gente distinta a la que había conocido, una realidad completamente diferente, como toda joven de mi edad pensaba que el mundo me pertenecía, que era dueña de la verdad. En el mundo universitario me abrió las puertas para ingeniería, pero también para el alcohol, fiestas, y amistades.

Conocí un chico de mi clase, la historia es como todas, un poco de atracción física y excesos varios, vivía en una sueño y me negaba a despertar, no me di cuenta cuando ya estaba viviendo con este chico, no me di cuenta cuando estropee la relación con mi mamá  porque ella nunca aceptó con quien estaba, pasaron los meses y los años, me sentía enamorada, me sentía toda una mujer, vivía con el hombre que me gustaba, estudiaba, trabajaba, una vida de adultos, con problemas de personas mayores.

Yo veía que era todo como lo había soñado, estaba completamente ciega y embobada, ni siquiera sentía el dolor de los golpes que mi novio me daba cada vez que él quería, tampoco tenían valor cada una de las humillaciones de las cuales era víctima, mis únicos pensamientos eran “él me quiere”, “dejé a mi mamá por él”, todo lo comencé a tomar como normal, incluso las reiteradas violaciones, ahora que veo hacia atrás puedo ver lo equivocada y ciega que estaba, no sólo eran los golpes que sufría mi cuerpo, mi autoestima no existía, fueron años de pesadilla, estaba en medio de un círculo vicioso, nunca le conté a nadie lo que pasaba. Esta era mi vida hace un par de años atrás, todo terminó, porque él encontró ahora a otra chica y me dejó, sufrí ya que estaba perdiendo a mi verdugo, a mi amor a mi todo…

Hoy reconozco que fui una mujer golpeada, humillada y violada por mi novio, el hombre quien me infundía amor, miedo y odio a la vez.

Ahora estoy en una nueva relación, con un hombre trabajador, que me trata bien, es todo lo opuesto a mi novio anterior, tanto así que me ha pedido matrimonio y no sé aún que decir, ya que debo reconocer que me asusta un poco, porque es tierno y romántico, yo estaba acostumbrada a otra realidad. Pero no soy la única, sé que hay muchas mujeres que tienen historias similares y por miedo no reaccionan y se transforman en cómplices de hombres psicópatas.

Siento que soy afortunada y  que la vida me dio un regalo una segunda  y hermosa oportunidad para ser feliz. Entiendo muy bien lo que piensa cada una de las mujeres que son maltratadas y abusadas por sus parejas, pero comprendí que el amor es respeto, comprensión, libertad.

Las relaciones donde persisten los golpes, los malos tratos y abusos sexuales son adictivas, la mujer tiende a acostumbrarse a una vida que no es vida.

Si conoces a una mujer que vive este tipo de circunstancias, ayúdala a ver su verdadera realidad, no la que ella quiere y necesita creer, el miedo paraliza, pero toda mujer merece ser amada, deseada y respetada. 

Claudia (26)

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