Por Rocío Chaveste
La imagen de la mujer en casa y mantenida por su esposo empieza a pertenecer al pasado. Ya sea por causa de un divorcio, su carrera profesional o la pérdida de empleo del marido, en el mundo son cada vez más las mujeres que sostienen económicamente a su familia.
Ver: Mujer, protagonista y líder
La inclusión de las mujeres en el mercado laboral empieza a incrementarse, sobre todo en las zonas urbanas de nuestro país. En muchos hogares de nuestro país, el jefe de familia tiene nombre de mujer y en algunos otros, los menos en este momento, también el sueldo más alto y el rol de proveedor. Son muy pocos los casos en estas condiciones que procesan este cambio de roles como una etapa más del ciclo vital de la pareja y se van adaptando a ello.
En la mayoría, esta inversión de roles se torna insostenible. En Estados Unidos, de acuerdo con un estudio de la firma Catalyst realizado entre las mujeres que han completado estudios universitarios (sobre todo, un postgrado), el 55 por ciento afirma ser el principal sostén económico de la familia; para 1999 las mujeres madres ya generaban el 38,2 por ciento del ingreso familiar en ese país.
La figura de la "esposa cabeza de familia" también ha estado presente en la comunidad latina, promovida por el creciente número de empresarias y por el aumento de profesionales y ejecutivas originarias de América Latina en altos cargos. Ahora bien, no podemos olvidar que en países como México, sobre todo en las áreas rurales, la figura de la "mujer jefa de familia" tiene una historia que ha estado acompañada de pobreza y marginación, debido a las condiciones inequitativas en la educación y remuneraciones menores que las percibidas por hombres que desempeñan la misma labor.
En esta ocasión quiero compartirles la historia de algunas mujeres con quienes he tenido la oportunidad de conversar en la consulta sobre estos y otros temas. En muy contadas ocasiones el hecho de que la mujer sea la cabeza de familia puede ser resultado de una decisión tomada en pareja cuando nace el primer hijo, como le sucedió a Carolina: "Cuando quedé embarazada tuvimos que tomar una decisión: que mi marido avanzara en su carrera o yo en la mía.
Decidimos que fuera yo, pues gano mucho más que él... Mi marido está ahora considerando reducir su jornada a tiempo parcial para no tener que llevar al bebé a una guardería. Aunque la decisión se ha tomado por causas financieras, creo que demuestra lo seguro que está de su masculinidad". Es también el caso de Cristina, una abogada: "Tomamos la decisión incluso antes de quedar embarazada. El que ganara más de los dos mantendría la casa y el otro renunciaría para quedarse con el niño, pues estábamos de acuerdo en que nuestros hijos deberían crecer en casa y no dejarlos en manos de otras personas".
Otras veces es el resultado inevitable de problemas laborales: "La decisión fue forzadísima. Lo despidieron por recortes de plantilla y le había sido muy difícil poder encontrar otro trabajo. Yo estaba embarazada cuando esto sucedió y aunque me pareció que era una desgracia, fue para bien, porque mi marido crió a nuestro hijo hasta el año y medio", cuenta Mónica, una especialista en informática.
Los terapeutas familiares recomendamos valorar el "trabajo no remunerado" del hogar y tener claro que trabajar fuera no supone más poder de decisión. "Sé que quedarse con el bebé en casa es un trabajo duro y agotador. Además, como mi marido es mejor administrando, mi intención es que sea él quien se ocupe de la economía familiar", indica Leonor. A pesar de lo extendido que está, la toma de poder por las mujeres sigue teniendo un fuerte rechazo en sociedades como la mexicana.
Según algunas especialistas en cuestiones de género y trabajo, este proceso de "cuestionamiento de los roles femeninos y masculinos" se aceleró en México a partir de la crisis de 1994: "Apareció un varón golpeado por la crisis, el desempleo, desorientado en su rol tradicional de proveedor de seguridad y estabilidad para su familia. Al mismo tiempo surgió una mujer más preparada para responder a la crisis y mas flexible para aceptar y adecuarse al cambio, una estrategia de supervivencia en la vida cotidiana." "Gran parte de los problemas son resultado de la disparidad entre la evolución del rol de la mujer y las ideas tradicionales sobre lo que este rol debe ser, ideas que no han cambiado.
Generalmente, los hombres han sido socializados para aceptar los roles tradicionales, por lo que tienen problemas con el hecho de que sus mujeres trabajen y sean la cabeza de familia", afirma la socióloga Anita Lichman. Existen casos en que la pareja no soporta el cambio de roles: "Sí reúno el perfil, pero el éxito se volvió un problema y me separé", dice Paty. Frases como esta se escuchan en otras mujeres para quienes "el éxito fue su propio fracaso".
"¡Es difícil culturalmente! A los hombres mexicanos no les gusta el traje de Robín (por Batman y Robín) ¡Quieren capas y orejitas todo el tiempo!", me dijo Dolores. Para los hombres esto es antinatural, injusto y difícil de sobrellevar. Algunos de ellos me cuentan que sintieron que las mujeres les restringían qué comprar y qué no, con cierto placer.
De las mujeres que asisten a terapia conmigo, muchas son exitosas, pero están separadas o solas. El éxito femenino es muy difícil, sobre todo para los hombres entre 40 y 60 años, afortunadamente los jóvenes lo empiezan a vivir de otra manera. Se trata de una tendencia minoritaria, pero en crecimiento desde hace años.
La mujer ha avanzado desde su ámbito histórico, el hogar y lo privado, hacia un mercado laboral y el espacio público. Me parece que necesitamos empezar a construir un nuevo modelo de relación, donde ambos podamos sentirnos seres completos y acompañarnos por otro igual. Pero amiga, ¿tú qué piensas?