Soy una mujer como
todas las de mi edad, ya tengo 34 años, viví muchos años independiente de mis
padres, soy hija de madre estadounidense y padre chileno, toda mi vida la viví
en Estados Unidos, hace unos cinco años llegamos a Chile. Por causas de la
religión que profesa mi familia, he vivido mi vida bajo ciertas normas, la
principal y más importante es que tengo que casarme con un hombre que mi papá
elija para mí, independiente que me guste o no a mí, independiente que me
sienta atraída a él o no, independiente que lo ame o no, independiente que
llegue a quererlo o no, asumí desde siempre a este hombre desconocido.
No pude tener novios,
como una chica común, todo lo que tenía que vivir tendría que ser sólo con un
hombre, ese hombre que mi papá eligiera para mí, así fueron pasando mis años,
hasta que llegamos a Chile y comenzaron los preparativos de la boda, en un momento no entendía si yo le estaba
dando la espalda a la vida o la vida me estaba dando la espalda a mí, sólo
sabía que el hombre a quien elegiría mi padre era el hombre indicado, para mí,
al cual tenía que aceptar tanto con sus defectos y virtudes, obedecer, atender,
y amar por sobre todas las cosas.
Cada una de las normas impuestas por nuestra religión se
cumplieron, pero aún en mi corazón existía la mínima posibilidad de que se
hiciera mi voluntad y no la de mi papá, a veces pensaba qué hubiera sido de mi vida si yo hubiera tenido pleno derecho sobre ella y elegir cada una de
mis acciones y decisiones, en nuestra religión el hombre es el que piensa en
todo, la mujer sólo acata y obedece. Viví y sigo viviendo a espaldas de la vida,
ya estoy casada, con un hombre al cual me impusieron que tenía que querer, amar
y ser su esposa, toda mi vida haciendo lo que la religión dice, y no he sido
feliz, aunque para el resto soy feliz, eso es lo que piensan los demás que
siempre he sido feliz, pero sólo yo sé mi verdad.
Lo más extraño y
difícil aún es darte cuenta que tu vida por ser mujer no te pertenece, que
ha estado siempre ligada y todo el tiempo a las decisiones de
tu padre y luego de tu esposo.
Me casé con un
desconocido, tengo que amar y ser su mujer, y la madre de sus hijos si él desea
ser padre, siempre ha sido así siempre mi vida y la de muchas mujeres es y ha
sido a espaldas de la vida.
Ya llevamos 3 años de
matrimonio, cumplo con las obligaciones de esposa, mi esposo no le gusta que
trabaje, por lo que me quedo en casa, cocinando y viendo la vida pasar por la
ventana.
Tal vez un día me
enamore de él, quizás algún día pueda amarlo, y darme cuenta que aunque sea una
vez estuve frente a frente con la vida que quise vivir y sentir.
(Martha, 34)