La mujer asumió poder en todos los ámbitos de su vida con el compromiso, la carga y la exigencia que ello implica.


Durante el siglo XX la mujer se emancipó. Desde el comienzo de la historia los hombres dominaron la relación de género dada su fuerza física. El hombre fue el proveedor, el cazador, quien suministraba el alimento a la familia o a la comunidad, y le proporcionaba seguridad a su clan. La mujer, en gran parte de su vida, embarazada o amamantando, se concentró en el cuido de la cría. Luego la mujer, al depender del hombre se subordinó a él y bajo el control del "macho", aceptó la ideología y la cultura patriarcal. Llamado "el machismo" en tiempos modernos. Así, transcurrieron ¡Milenios! hasta que comenzó el período de liberación femenina que obtiene sus mayores logros durante el siglo pasado.

Aún quedan metas por alcanzar y discriminaciones, como las salariales y otras que habrán de resolverse. Sin embargo, la mujer pudo estudiar, votar, igualar sus derechos, trabajar, expresarse, pensar, decidir su destino, amar, disfrutar su sexualidad, opinar y tomar decisiones acerca de su vida y su entorno. La mujer de hoy posee los mismos derechos del hombre e iguales responsabilidades y obligaciones. Cambió el orden sociocultural, lo cual a su vez le asignó nuevas responsabilidades. Esto ha hecho que su personalidad se desarrolle. Se desempeñan en todos los campos del quehacer humano, en el arte y la ciencia, en la tecnología, en la conducción del hogar, en la toma de decisiones, en la iniciativa sexual, en todas las cosas de la vida. Además, sin perder sus funciones naturales maternales y su feminidad.

Los cambios han provocado igualmente transformaciones psicológicas. De fémina sumisa, obediente y dependiente pasó a ser libre, independiente y autónoma. La mujer asumió poder, en su casa, en el trabajo, en la política, en la sociedad con el compromiso, la carga y la exigencia que ello implica.

Las mujeres han ido encontrando un equilibrio sin perder su propia feminidad y fecundidad, con la nueva vida con sus seres queridos y en sociedad, así como en el área laboral o profesional. Estos cambios en uno de los dos soportes de la especie han ocasionado de igual forma perturbaciones en su compañero de vida, el hombre, quien ha tenido que adaptarse a la competencia en estadios que le eran reservados. Ha tenido que ceder poder, compartir el placer y aceptar tareas y funciones que suponía y creía eran de exclusividad femenina como la crianza de los hijos o las labores de limpieza e higiene de la casa. La mujer y el hombre del siglo XXI tienen que abandonar el "machismo" y el "hembrismo" y entender que son las partes de una sola unidad, si quieren funcionar juntos.