Descubre el mundo de las mujeres de negocios 

Aunque aún queda camino por recorrer, la creciente presencia de la mujer en el ámbito empresarial no deja lugar a dudas: las emprendedoras pisan fuerte. Y es que las féminas de hoy en día tienen al alcance de la mano la posibilidad de poner en marcha un negocio de éxito, avaladas por unas cualidades que en muchos casos son, lejos de la guerra de sexos, “típicamente femeninas”. 

 A pesar de los lastres culturales que se empeñan en alimentar la expresión “sexo débil” para designar a la mujer, a nadie se le escapa que las cosas han cambiado en los últimos años. Y mucho. Miles de emprendedoras en todo el mundo, que han sacado adelante negocios de éxito, ilustran una historia en la que las féminas disponen de todas las herramientas para hacer realidad sus proyectos. No cabe duda de que la formación académica, la preparación personal y el desarrollo de un carácter emprendedor son los mejores aliados para la mujer emprendedora, si bien la cultura popular como primera referencia, los estudios conductuales y la estadística apuntan la existencia de ciertas cualidades que convierten a la mujer en una magnífica gestora. 

 De hecho, la experiencia de cada persona aporta tanto o más que el conocimiento en lo que a la puesta en marcha de un negocio se refiere, perfilando unas características psicológicas que, llevadas a la práctica, son herramientas de peso en el día a día de la vida de la empresaria.

Por ejemplo, las mujeres cuentan con una intuición mucho más aguda y sensible, por norma general, que la que desarrollan los hombres, una cualidad que facilita a muchas la tarea de reconocer qué necesita el público y qué tipo de negocio tiene cabida en el competitivo mercado libre. La capacidad de administrar un presupuesto ajustado de manera equilibrada y realista es otra de las características que destaca en el carácter femenino, así como un espíritu de sacrificio que hace que las emprendedoras no teman concentrar sus esfuerzos económicos en lo importante prescindiendo de lo superfluo, con el objetivo de llegar a una meta concreta que suele estar bien definida. 

 Aunque es cierto que ellas no tienen la misma capacidad que sus homónimos empresarios para arriesgar, si demuestran mayor destreza a la hora de sobrellevar los altibajos y optimizar los recursos disponibles, gestionando la situación de forma eficaz y “con pies de plomo”.

Todas estas características, que parecen sacadas del erario popular, tienen reflejo en la sociedad actual en las economías desarrolladas de todo el mundo. Por ejemplo, las últimas estadísticas sobre el mercado laboral en Estados Unidos demuestran que las mujeres inmigrantes “son uno de los segmentos entre los propietarios de pequeños negocios que muestra mayor crecimiento, tanto en la creación de empresas como en el desarrollo de sus proyectos, en comparación con los estadounidenses nativos”, de acuerdo con la afirmación del economista Robert Fairlie, del Índice Kauffman de Actividad Empresarial. Según este medidor, aunque la mayoría de las mujeres se embarcan en un proyecto empresarial para “mejorar” laboralmente y favorecer su vida personal -y no con el éxito como única meta-, lo cierto es que muchas de ellas acaban descubriendo un talento innato para hacer crecer un negocio con posibilidades de hacerlo.

 En franquicia podemos ilustrar esta afirmación con numerosos ejemplos, en este caso de mujeres que no se plantearon poner en marcha sus negocios para alcanzar las altas cotas del éxito, sino para explotar una cualidad o profesión concretas. Así, Anita Rodick, la fundadora de The Body Shop, comenzó a vender productos cosméticos naturales con el objetivo de ofrecer productos respetuosos con la naturaleza, mientras que Manuela Rodríguez, presidenta de Retoucherie de Manuela, decidió abrir una tienda de arreglos de ropa para “independizarse” y ganar dinero con un negocio que conocía y que no estaba implantando en el mercado nacional. 

 Por supuesto, actualmente las mujeres no se encuentran en una situación de desventaja respecto a sus compañeros en cuanto a creación de un negocio, aunque si es cierto que su papel puede contribuir con la apertura de horizontes que tiene lugar ahora mismo en otros países, otras culturas y, en el mismo territorio nacional, incluso en otros barrios menos favorecidos en las grandes ciudades.

Incentivar la iniciativa empresarial de las mujeres es el objetivo de cientos de asociaciones y entidades en todo el mundo, que cuentan con la colaboración de ejemplos “vivos” del “si quieres, puedes”. En este sentido, la semana pasada tuvo lugar en Miami la conferencia anual de la Organización de Mujeres en el Comercio Internacional (OWIT), un evento en el que más de 300 empresarias de diversas partes del globo analizaron las oportunidades de negocio existente en mercados emergentes.

 Una muestra de la capacidad de las féminas para poner en marcha sus negocios, gestionarlos con éxito y servirse de su experiencia para animar a otras emprendedoras a hacer realidad sus proyectos, unos planes que en España se desarrollan gracias a la colaboración de organismos públicos y privados que se esfuerzan por alcanzar un estado de igualdad.